Up, las Moiras y el efecto Pigmalión

Sergio W. Tenis

Las Moiras, en una sala oscura, tejen nuestra suerte. El futuro no depende de nosotros. Nuestro destino está escrito desde que nacemos.

Para comprobar si esto es cierto, Michael Apted comenzó a rodar en 1964 uno de los proyectos más ambiciosos de la historia del cine (la llamada “serie Up”). Seleccionó al azar a 14 niños de 7 años de diferentes clases sociales. El objetivo era seguir estas 14 vidas mediante entrevistas cada 7 años.

Cada capítulo de este documental se despide con el mismo oscuro vaticinio: “denme un niño a los 7 años y les diré en qué hombre se convertirá”.

Cuando no sabes a donde ir y te dicen: “ve a donde quieras”

 

La primera serie de entrevistas (la de 1964, cuando los niños tienen 7 años) nos traslada en el tiempo. La película sepia, con motas y pelusas, la distorsión del sonido, la visita al zoológico, cada cosa despierta una nostalgia que no debería ser mía, pues puedo tener mis años (he cumplido los 30 e incluso los 20), pero no soy del ’64. Michael Apted entrevista a esos críos y sus preguntas son, aparentemente, inocentes: sobre el amor, las clases sociales, sobre cómo se imaginan en el futuro.

Los niños ricos lo tienen clarísimo. Saben a qué colegios irán, a qué universidad y a qué profesión desean dedicarse.

Los más pobres, en cambio, están perdidos. Nadie espera mucho de ellos. Ni sus familias, ni sus profesores, ni ellos mismos.

Algunos niños parten con ventaja.

Eso, en un niño, tiene consecuencias devastadoras, explicadas por el llamado “efecto Pigmalión”. El nombre fue acuñado en la publicación científica de Rosenthal/Jacobson de 1968 tras un experimento que se basaba en una mentira. Estos investigadores les informaron (falsamente) a un grupo de profesores que a todos sus alumnos se les había realizado una serie de pruebas intelectuales. Les indicaron, también, de manera inventada y eligiendo a los alumnos al azar, cuáles niños obtuvieron «mejores resultados».

Tras finalizar ese año escolar, Rosenthal/Jacobson comprobaron, son sorpresa, que aquellos alumnos que ellos habían indicado como «mejores» habían obtenido mejores notas. Los profesores, inconscientemente, les habían dedicado a esos chicos más atención, los motivaron más, los ayudaron a que alcanzaran los objetivos a los que estaban “destinados”. Forzaron la materialización de la profecía.

Pasó lo que tenía que pasar.

Es una frase seductora. La esencia del karma. Hay un motivo por el cual ocurren las cosas, las buenas y las malas.  Es el destino, estaba escrito. Las cosas se dieron así por algo.

Pasó lo que tenía que pasar.

Con esa muletilla evadimos cualquier responsabilidad. Es una frase tan irresponsable como conveniente, nos permite echarle la culpa a un plan universal dentro del cual somos meros títeres.

Títeres como parecen ser los niños en la segunda tanda de entrevistas, cuando cumplen 14 años y casi todo lo que esperaban (o se esperaba de ellos) se materializa. Ya en la tercera parte, al llegar a los 21 años, está todo decidido. Exceptuando la inesperada caída en desgracia de Neil (el que más enternece) todos continúan (y continuarán) cumpliendo con esa profecía redactada por sus entornos y por ellos mismos en su niñez temprana. Y esto debería darnos una lección: seamos conscientes de lo que queremos en el futuro porque, muy probablemente, lo conseguiremos.

Neil a los 7 y a los 63. Los vas viendo crecer cada 7 años. Son como tus hijos. Las desventuras de algunos te parten el alma.

Cuando terminas de ver esta monumental serie documental, el previsible y necesario mensaje que Apted quería darnos (que lo socioeconómico y lo familiar condiciona profundamente nuestras vidas) pierde relevancia.

Más que en eso, piensas en lo efímero. Tenemos el tiempo contado. Nuestro guion también está escrito y difícilmente nos desviaremos mucho de él. Te vas dando cuenta de que todas las historias se parecen un poco. Porque independientemente del estrato social, en cada una de estas 14 vidas (que podrían ser las nuestras) los protagonistas luchan desesperadamente por alcanzar sus sueños, grandes o pequeños, por sobrevivir al mundo y a ellos mismos.

Por sufrir un poco menos. Por un poquito de felicidad. Por sentirse menos solos.

Y eso es triste y hermoso.

Un comentario en “Up, las Moiras y el efecto Pigmalión

  1. Tenía conocimiento de esta serie de Michael Apted, pero no había entrado nunca en ninguno de los capítulos. Lo he hecho en el 7º y me parece un excelente estudio sociológico realizado sobre la vida de 14 sujetos que se someten a este singular experimento.

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