Isabel se confiesa

Agustín de Hipona

Isabel confesándose

– Ave María Purísima.

– Sin pecado concebida… ¿Dime, hija, qué te trae por aquí?

– Quisiera decirle, padre, que estoy algo confusa últimamente. Por las noches me las paso dando vueltas a la cabeza y no logro tranquilizarme, ya que dentro del mundo agitado en el que me muevo no sé si digo verdades, mentiras, medias verdades o mentiras mezcladas con verdades… Vamos que estoy hecha un lío.

– Tranquila, no te preocupes mucho. Cuéntame…

– No sé. En estos días me viene a la mente que cuando iba el colegio sor Angustias me decía que yo era muy mentirosa; aunque, la verdad, creo que se equivocaba, pues yo lo que quería era parecerme a Juana de Arco: valiente y defensora de la verdad a ultranza, aunque con ello me costara ir a la hoguera. ¡Por entones me imaginaba ardiendo en la hoguera en defensa de la única verdad y ser nombrada mártir por la causa!

– ¿Qué causa…? Creo que tendrás que explicarte un poco mejor y poner algunos ejemplos para que yo pueda aclararme.

– Como bien sabe padre, dentro de poco se van a celebrar elecciones y Madrid puede ser tomada por los comunistas. ¡Nada menos que por los comunistas, con lo que nos costó echar por tierra aquello que decían de “No pasarán”!

– Pero, hija, de eso hace muchos años. Ahora los comunistas ya no tienen que tomar la capital con pistolas. Si no estoy mal enterado, hasta hay gente en el Gobierno, como esa señorita rubia, tan sonriente y tan mona que la han nombrado no sé qué… Bueno, ten en cuenta que ya soy muy mayor no estoy al tanto de la política del país

– ¡¿Quién?! ¡¿La mosquita muerta esa que parece que no ha roto un plato en su vida?! Con esas hay que tener mucho cuidado, pues son las peores de todas… Ya me avisó MAR que nada de mensajes blandos, que teníamos que salir con una frase contundente como “Libertad o comunismo”, pues, como me decía, estos no van a quedarse con los brazos cruzados. Por cierto, esa mosquita muerta que, por desgracia lleva el mismo apellido que yo tengo, lo que en el fondo busca es implantar una república atea. Y estoy totalmente segura de que volverán otra vez a quemar conventos. De eso, padre, no le quepa la menor duda.

– ¿Y quién es MAR?

– Ay, padre, veo que no está usted muy al tanto del mundo de hoy. MAR son las iniciales de mi asesor de imagen, el que piensa lo que tengo que decir a los medios de comunicación. Pero es que yo quiero ser yo misma, decir las verdades del barquero, gusten o no gusten…

– Pero, bueno, me estabas diciendo al principio que te encontrabas algo confusa, porque no sabías si lo que decías eran verdades o mentiras. ¿Me puedes poner algunos ejemplos?

– Es que tengo que pensar un poco, porque yo digo lo primero que se me ocurre. Ahora, padre, hay que impactar, hay que salir en las portadas, es importante que hablen de ti constantemente, que todos los focos se centren en tu figura… ¡Con lo que me gusta que me miren y me hagan fotos!

– Pero, hija, te acordarás de algunas frases…

– Ah, sí. La última y que ahora se me viene a la cabeza es que dije hace unos días: “Yo siempre quiero que pierda el Barcelona”.

– Pero eso no es pecado.

– Bueno, también dije “El experimento de Madrid Central es puro comunismo”. O esa de que “El Gobierno quiere tener a la gente en las colas del hambre para que dependa de ellos. Ah, y esas que les solté a los periodistas: “En los hospitales con techos altos la gente sana muy bien” y que “Madrid es diferente a las capitales de provincias porque la aquí la gente va a los museos y los teatros”.

– Parece que ya empiezas a acordarte…

– Ah, sí, también he dicho que “Desde el Ejecutivo se atenta contra la libertad de un empresario pero no contra la de un mantero o de un okupa…” Además, un día solté para que tuvieran cuidado con los comunistas: “Un día os iréis de vacaciones y cuando volváis Podemos les habrá dado la casa a sus amigos okupas”. ¿Sabe, padre, lo que son los okupas, los manteros y los menas?

– De los primeros sí he oído hablar, pero no sé lo que son los menas. No sé, no sé…, pero algo me parece que sor Angustias tenía bastante razón… Una pregunta, hija, ¿has intentado visitar a un psicólogo por si acaso?

– ¡¿Cómo?! ¿No intentará sugerir que estoy chiflada? ¡Vamos, lo que me faltaba: vengo a pedir consejo espiritual y lo que me sugiere es que vaya a uno de esos sacacuartos que no hacen más que enredarte la cabeza buscándote traumas por todos los lados!

– Tranquila, tranquila, hija, no creo que lo tuyo sea muy grave… Quizás con unos días de reposo y meditación en un monasterio puedas encontrar esa paz interior que tanto deseas… Bueno, como penitencia, reza un padrenuestro y tres avemarías, ya verás como desde lo alto te ayudarán a serenarte y, quizás, a darte cuenta de que el comunismo no está a las puertas de tu querido Madrid. ¡Vete en paz!

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