Jacinto
En un futuro no muy lejano (o sí, ni puta idea) lo de la vacuna de Astra Zeneca se ha demorado un poquillo, la gente ha acabado hasta los huevos de la Ayuso y el chino franquista se ha alzado con el poder ASOLUTO. También hay una zapatiesta global, o eso dicen. Ah, el Sánchez ya no está de presidente y hay uno más mustio y menos follable; sale además dando discursos muy serio y destripando el nada original argumento de todo en general justo en el primer minuto del capítulo.

En la primera escena se monta una movida a lo Barcelona del prusés pero con bolardos. Muchos años depués, frente al peloton de fusilamiento, unos dejan enterrada a una con pedruscos en el planeta Axturiax y se pillan la Continental-Auto a Madrid. Luego sale un puticlú que es como como una mezcla de Salón Kitty y un video primitivo de Mecano; hacen prácticas de jiu-jitsu brasileño, se hacen pupa y una se tiene que ir del país en patera. Luego te sueltan que han dejao Leganitos a lo Friedrichstrasse con muro incluido y que en La Moraleja ahora viven ricos malignos con acento argentino que han (re)instaurado el derecho de pernada.
Total, que para ser la primera incursión patria conocida en el género distópico audiovisual, es incluso peor de lo esperado: ni han plagiado bien el anuncio a lo Blade Runner en la Gran Vía ni las subtramillas fusiladas de The Man in the High Castle; los efectos especiales son una mierda… o sea, si no tienes pasta pues no los metas. A ver si hacen otra temporada sacan a un Caudillo 2.0 criogenizado o algo en una deriva a lo “Ministerio del tiempo”, no sé. Puedes ver la serie si eres un fan incondicional de “Amar en tiempos revueltos” y te gustaría que tuviera un toque a lo Akira, lo cual estadísticamente es harto improbable. Por otra parte, ojito, porque la cosa apunta a convertirse en material audiovisual de culto en torno a 2050 (precisamente la fecha en la que está ambientada) tanto por su cutrez extrema e intrínseca como por su lograda y única perspectiva retro-tardo-futurista en su afán no disimulado de darle al temita un toquecillo de postguerra: “Covid-19-cutre-punk”, lo llamarán.