Carta abierta a Luis García-Montero

Cayetano Tinti

Estimado Luis García-Montero:

Permítame que me presente a través de mi pseudónimo, Cayetano Tinti. Consciente de mi pésima escritura, prefiero esconderme tras el anonimato. Tenga por seguro que, si mi escritura fuera la milésima parte de buena que la suya, no escondería mi nombre y con una fatuidad ilimitada lo proyectaría por doquier. Por el contrario, usted siempre se presenta ante los lectores con gran humildad y respeto, lo cual he echado en falta en su artículo “Mi hija Elisa y el hijo del chofer” en InfoLibre. Me explico.

El velado motivo de su artículo es la reciente aparición de un vídeo de su hija Elisa dando una conferencia sobre nacional sindicalismo. Desconozco si ha tenido la paciencia de escucharla entera. Yo sí y puedo decir que es un disparate de principio a fin.

La tesis central de su hija es que la ideología fascista es filosófica. No estoy muy seguro para qué sirve la filosofía, pero sí para que no sirve. La filosofía no está para justificar nuestras creencias, ideas o emociones que nos permiten actuar sobre nuestra realidad. Por el contrario, la filosofía es una mirada crítica que pone el foco sobre esa red de ideas colectivas conocida como ideología. No puede haber una ideología filosófica, por definición, y mucho menos una fascista, la que clama que “viva la muerte, abajo la inteligencia”.

A continuación, declara que los fascistas no son amigos del argumento de autoridad. Habría que preguntarle a su hija si no es un argumento de autoridad, o incluso de terror, el afirmar que “no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria”, tal como declaraba José Antonio Primo de Rivera (a quien por cierto le profesa auténtica devoción). Una declaración de intenciones que materializaron los fascistas en España con varios golpes de Estado.

Los dislates se van sucediendo a lo largo de la ponencia. Uno de los que más me llamó la atención fue que se refiriera a los nazis como nacional socialistas, en un tono de camaradería y complicidad. Imagino que además de negar el propio genocidio que hemos sufrido en España, cosa que ya hace gran parte de la población española, probablemente también lo haga del que tuvo lugar en Alemania.

Afortunadamente, no viví la dictadura franquista. Imagino que tener que escuchar estos discursos en la radio, la televisión, la escuela, etc, tenía que ser un infierno. Así que le compadezco. Luego le tocó, ya en democracia, seguir escuchándolos en casa. Al fin y al cabo, los hijos nos hacen pagar la deuda que contrajimos con nuestros padres; son una suerte de acreedores o vengadores de sus abuelos. Sin embargo, esto forma parte de la esfera familiar de la que nadie tiene que dar cuenta. Empero, con su artículo de InfoLibre ha querido hacerlo.

En su artículo de InfoLibre viene a decir que vivimos en dos Españas y que es una división permanente que hay que asumir también en la esfera familiar. Nada que no sepamos. En este país, 26 millones de hijos de puta soportamos, desde hace unos ochenta años, las continuas amenazas de los fascistas. Están en nuestras familias, lugares de trabajo y, a veces, círculos de amigos. Los tratamos con un respeto que no nos tienen y, en muchas ocasiones, un cariño que no merecen.

Afirma que su hija está muy afectada porque los periódicos se han hecho eco de esta anécdota, que no deja de ser eso. No sé si ella es consciente de que esta difusión ha corrido a cargo de todos los medios de derechas, los que defienden sus ideas. Ninguno, absolutamente ninguno de los medios de izquierdas se ha hecho eco de esta anécdota. Lo digo porque eso que le dice su hija de que es un barrizal donde nos ha tocado vivir, tendría que analizar quién lo embarra. Concluye el escrito con un canto al respeto mutuo de las ideas. Siento decir que esto es imposible con una fascista, aunque sea su hija. De lo contrario, no sería fascista.

Imagino que, como intelectual y político de izquierdas, la relación con su hija debe ser tortuosa, aunque en su artículo diga lo contrario. También comprendo que quiera compartir sus sentimientos, pero le recomendaría hacerlo considerando que el lector es inteligente y adulto. Nos podría haber ahorrado el discurso de reconciliación nacional, tan repetido hasta la extenuación, sobre todo por la derecha de este país.

Como su lector habitual, intelectual fallido, escritor frustrado, persona de izquierdas y padre, sobre todo como padre, habría esperado un relato más honesto e inteligente. Creo que habría sido más adecuado no abordar el asunto si realmente no puede compartirlo con esa sinceridad que suelen tener sus escritos. O al menos que en un futuro pueda compartirlo con la entereza que algo así requiere. Si no, una hoja en blanco sería mucho más conveniente. Como dice en su artículo, cada cual vive su suerte.

Le deseo mucha suerte y espero que si llega a leer esta carta pueda ser un estímulo para esta difícil experiencia vital.

Un cordial saludo

Cayetano Tinti

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