Cayetano Tinti
Entre mis cometidos actuales está la paternidad. En breve me veré abocado a explicar el significado de las cosas y su por qué. Ardua tarea, pero también mi hijo me relevará de otras no menos indeseables como limpiarle el culo o sonarle la nariz. Enseñar el procedimiento es sencillo, el problema son las preguntas como ¿por qué hay que sonarse la nariz? o ¿por qué no me puedo limpiar el culo con la bandera del balcón del vecino?

Así pues, al tiempo que evito que se limpie el culo con ella tendré que explicarle el motivo por el cual no esta bien que lo haga. Que no es cosa bonita por más que tenga un tacto suave y delicado para su esfínter anal.
-Hijo, no es un trapo de los chinos como dice Dani Mateo para sonarse los mocos, sino una bandera. Así que suelta ahora mismo la bandera del vecino y entra a casa, no me gusta que estés solo en el balcón.
– ¿Qué es una bandera?
– Bandera designa a quien está de un bando u otro. Etimológicamente hablando, claro
-¿Etimo qué? Has dicho una palabrota
Ya he podido recuperar la bandera. En breve saldrá mi vecino a aporrear cacerolas al balcón y la echará de menos mientras baila al ritmo de Marta Sánchez
-Etimología no es una palabrota, pero si se la dices al vecino pensará que sí. Así que mejor que no salga de casa
-¡Etimología, etimología, etimología! – grita mientras enseña su culo por el balcón y yo intento colocar la bandera en su sitio original
Demasiado tarde, toda la calle ha salido al balcón incluyendo mi vecino alarmados por los gritos de mi hijo.
-¿Qué hace mancillando con sus manos de podemita ese símbolo? – me espeta mientras observa con desconcierto el ‘calvo’ que hace mi hijo que grita ‘etimología’
– Disculpe Manolo, vi que el lacito negro se caía – mentí – y no quería que su legítima protesta de cacerolas no tuviera el boato y la solemnidad que merecen
Me mira de reojo pensando que había dicho alguna palabrota de podemita y vuelve hacia el interior de su casa. Agarro a mi hijo pensando que debería aplicarle terapia cognitivo conductual al estilo de mi vecino Manolo, esto es, zapatilla en el culo. Continúo explicando a mi hijo:
-Una bandera representa a un grupo de personas y les gusta mucho
-¿Les gusta las otras banderas?
Me paro un momento a pensar si a Manolo le gustarían las banderas de Cuba o Catalunya.
-No, generalmente, solo gusta la propia
-¡Como mi caca! Me encanta mi caca pero no la de los demás
Afirmación de gran verdad. No hay mayor placer que un pedo en invierno y meter enseguida la nariz en el edredón. Placer que no es compartido nunca por la persona que comparte colchón. No obstante, se supone que como buen padre tengo que corregir estas afirmaciones
-No seas cochino, esas cosas no se deben de decir – de nuevo, mentí – Las banderas nos representan.
-¿Y cuales son las que nos representan a nosotros, papá?
-Las que a ti más te gusten – me encogí de hombros
-Pues la que más me gusta es esa que tiene tantos colores
-¿La del balcón de las titas?
-¡Sí, esa! ¡Vamos a ponerla nosotros también! – grita entusiasmado
Ya imagino a Manolo en su llamada a la radio, interviniendo de forma nerviosa: “el podemita de mi vecino enseña a su hijo a despreciar los símbolos patrios y en el colegio les enseñan ideología de género, los vuelven maricones que ponen luego en el balcón la bandera de los maricones y no la nuestra, la de nuestra gran nación. Nuestra bandera, con dos cojones, es la que los hace hombres y no maricones que gritan palabras raras”
Mejor cambiar de tema. Mañana domingo hay manifestación y tendré que explicarle por qué hay gente que lleva mascarillas con una bandera tapando su nariz pero no puede sonarse los mocos con ella. A ver qué se me ocurre. Lo de educar requiere de mucha paciencia e imaginación. Solo la imaginación puede explicar según que cosas.
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